Por: Juan Carlos Zepeda, Director General y socio fundador FWD Consultores, experto en comunicación sindical
En el marco del 50° Aniversario del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, el maestro Alfonso Zárate Flores retrató los usos y costumbres de un sindicalismo anacrónico, autoritario, corrupto y personalista. Si lo revisamos hoy, parece que no ha cambiado mucho: “La fórmula del éxito, decía el líder, es la que aprendí en mi carrera hacia el poder. No hay más que repetir acríticamente los viejos usos. Si funcionaron antes, no tienen por qué no funcionar ahora”.
De lo anterior se ha derivado toda una tradición sindical que por años ha mantenido esquemas de comunicación verticales o incluso inexistentes. Sus líderes se sienten tan seguros del control que han mantenido entre “sus bases” que no sienten obligación alguna por la rendición de cuentas y por transparentar sus gestiones. Mucho menos hacen algo por desarrollar entre sus equipos nuevos liderazgos o perfiles de comunicación más profesionales.
La “Asamblea” ha sido el acto por excelencia de mayor cercanía con los sindicalizados hasta ahora. Sin embargo, en vez de ser el espacio para escuchar las demandas de los trabajadores, se ha convertido en una especie de acarreo para aprobar lo que el líder desea imponer. Desde nuevos delegados, representantes o condiciones específicas de operación que solo benefician a unos cuantos.
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Tras la Reforma Laboral que entró en vigor en mayo de 2019 en nuestro país, la necesidad de modificar radicalmente la comunicación sindical ha sido innegable e impostergable. Los procesos de votación para Legitimar los Contratos Colectivos de Trabajo (CCT) nos han dado luz sobre la necesidad de cambiar estas prácticas “charras” de los liderazgos sindicales. Si bien, hasta la fecha han sido legitimados “sin problemas” y con la “suficiente participación” más de 7 mil, llaman la atención los más de 70 CCT´s en los que el “NO” ha ganado.
A reserva de analizar a más profundidad cada caso, podemos plantear algunas de las constantes que nos encontramos cuando el trabajador decide votar por el NO:
- Liderazgos que se perciben como anacrónicos, viejos, rebasados por las actuales circunstancias sociales y laborales. “El Movimiento soy yo”: líderes que no han cedido el control y que mantienen un esquema sindical piramidal y unipersonal, sin permitir que otras figuras crezcan. Falta de renovación del sindicato.
- Líderes alejados de la gente, con denuncias de excesos, mostrando prácticas que para sus trabajadores son ofensivas. “La tradición viene desde Luis N. Morones en los años veinte: la ostentación, los anillos de brillantes, esclavas de oro, consumos en restaurantes costosos, viajes en primera clase, escoltas, coches de lujo”.
- Ausencia de transparencia y rendición de cuentas. Los trabajadores no tienen claro las cuentas y gastos de su propio gremio.
- Falta de presencia de los líderes en los sitios de trabajo y desconocimiento de sus agremiados. Tienen meses o incluso años de no presentarse, platicar y sobre todo escuchar de manera directa a los trabajadores. Abundan los casos de delegados o secretarios increpados con frases como: “Ahora sí vienen porque necesitan los votos” o “¿y usted quién es? ¿a qué viene luego de tantos años…?”.
- No hay representantes elegidos democráticamente dentro de los centros de trabajo. Las quejas mayoritarias de los trabajadores es que sus delegados no los representan ni trabajan para ellos.
- Percepción de que el Sindicato y la Empresa tienen acuerdos bajo la mesa para mantener el statu quo. Este aspecto incluso es visto en casos donde los trabajadores tienen muy buenas condiciones de trabajo y sus demandas han sido bien atendidas.
- El “cambio” está teniendo un gran efecto entre los trabajadores: disidencias incipientes y en ocasiones no bien identificadas. Pueden originarse a través de trabajadores independientes en los centros de trabajo, apareciendo nuevos liderazgos naturales, o bien mediante organizaciones externas con recursos y experiencia.
- Canales anticuados de comunicación. Pretenden seguir comunicando sus acciones de manera vertical, con discursos anacrónicos y alejados de la realidad. Actos en donde el objetivo es aplaudir al líder y a su séquito.
- Redes Sociales: El acceso masivo de los trabajadores a estos nuevos medios les permitió romper los cercos informativos y crear nuevos espacios para intercambiar datos, denuncias y experiencias. En estos, la información fluye sin controles, sin censura y de manera casi inmediata.
Las redes sociales serán siendo, y en casos incrementará, el factor clave en el desarrollo y crecimiento de las disidencias internas y externas. - Percepción de que el “NO” les traería mayores beneficios. “¿Qué pasa si gana el NO? Tienen que darnos mayores incrementos, prestaciones o algo que mejore nuestra condición…”, fue la repuesta generalizada. “Es un mensaje para que los del sindicato se pongan a trabajar por nosotros…”.
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Los sindicatos con líderes tradicionales, hasta ahora, siguen sin entender el nuevo esquema social y político que estamos viviendo. Todos los “NO” recibidos en contra, les están gritando que los procesos requieren atención, planeación, análisis situacionales y rutas de acción en lo jurídico, lo social y lo laboral que inciden directamente en el resultado. Por encima de todo, que se requiere una nueva actitud y filosofía del liderazgo sindical. Se necesita una mejor narrativa y una verdadera voluntad de cambio, cercanía, apertura y transparencia en todos los sentidos.
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